Lávate las Manos

Train your listening skills by practicing with short stories.


Step 1: Listen to the story with the slow audio, focus on understanding the context of the story. What happens in the story? Who is the main character? Where do the events occur? and so on. Don't worry about understanding all the words you hear initially, focus on understanding the context. 

Step 2: While you´re listening to the slow audio, read the story to identify the words you didn´t understand in step 1, and to understand their meaning. 

Step 3: Enjoy the story with the slow audio and then challenge yourself listening to this story at normal and fast speeds.


Lento

 
 

Normal

 
 

Rápido

 


El lavado de manos es recomendado en varias religiones desde hace milenios, así que la humanidad conoce esta medida de higiene desde hace muchos años. Sin embargo, no fue sino hasta mediados del siglo XIX, que el médico obstetra Ignaz Semmelweis descubrió el verdadero impacto que tenía lavarse las manos.

A comienzos de 1800, era normal que un médico que había estado estudiando anatomía en cadáveres en la mañana, atendiera pacientes en la tarde, sin siquiera cambiarse de ropa o lavarse las manos. Los pacientes con huesos rotos que sobresalían de su piel, o las mujeres que acababan de dar a luz y que tenían heridas eran atendidas por médicos con las manos desnudas pero llenas de gérmenes mortales.

Durante estos años, esto era normal en los hospitales del mundo, hasta que apareció en escena un joven médico llamado Ignaz Semmelweis. Él era médico obstetra del hospital de Viena a mediados del siglo XIX. Allí, tuvo que enfrentar unos enemigos invisibles pero letales, los gérmenes y las creencias de sus colegas.

En su estadía en Viena, Semmelweis tuvo que lidiar con altas tasas de mortalidad en las madres que acababan de dar a luz. Así, que se dedicó a solucionar este problema. El hospital de Viena tenía dos clínicas de maternidad, la clínica 1 era atendida por estudiantes de medicina y médicos, y la clínica 2 por matronas y aprendices.

Semmelweis observó que en la clínica 1 había más muertes de madres que en la clínica 2, e incluso observó que las madres preferían dar a luz en la calle antes que entrar a la clínica 1. Así que empezó una detallada investigación para descartar todas las posibles causas que explicaran porque en la clínica 1 fallecían más madres que en la clínica 2.

En esa época no se sabía nada de gérmenes, bacterias y mucho menos de virus, pero su investigación lo llevó a sospechar que la diferencia la hacían los médicos que estudiaban anatomía; un día por accidente un colega se cortó un dedo mientras hacia una autopsia y pocos días después murió, y cuando le hicieron la autopsia mostró los mismo daños en los órganos y tejidos que mostraban los cuerpos de las madres.

Este accidente le llevó a concluir que había una materia cadavérica que viajaba de los cadáveres hasta las madres parturientas, a través de las manos de los médicos. Hoy podemos decir que esta es una excelente explicación de lo que estaba pasando, pero al director del hospital le parecía horrible que Semmelweis dijera que su personal estaba causando la muerte de sus pacientes.

Semmelweis generó un debate con sus colegas, pero estos rechazaron su idea de lavarse las manos con una solución de agua e hipoclorito y él se lo tomó a nivel personal. Además, empezó a atacarlos diciendo que eran unos asesinos de madres. Este talvez fue su gran error ya que él tenía, la información, los datos, la estadística y los análisis con lo que podía demostrar su punto de vista.

Semmelweis fue despedido del hospital de Viena, así que asumió la cátedra de Obstetricia Teórica y Práctica en la Universidad de Pest en Hungría, donde logró enseñar su método y  redujo notoriamente la tasa de mortalidad.

Años después de la muerte de Semmelweis, Pasteur descubrió que los estreptococos eran la sustancia cadavérica de la que Semmelweis había hablado. Por eso Pasteur fue uno los primeros que defendió con vehemencia la postura de Semmelweis y el lavado de manos como medida sanitaria.

Quizás creas que el aporte de Semmelweis es pequeño, pero lavarse las manos para evitar la propagación de enfermedades ha tenido un resultado  mayor que toda la investigación que se ha hecho en genética y antibióticos, y por eso a Semmelweis se conoce en medicina como el salvador de madres. Por último, un consejo: lávate las manos.



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