Los cocineros del rey

Train your listening skills by practicing with short stories.


Step 1: Listen to the story with the slow audio, focus on understanding the context of the story. What happens in the story? Who is the main character? Where do the events occur? and so on. Don't worry about understanding all the words you hear initially, focus on understanding the context. 

Step 2: While you´re listening to the slow audio, read the story to identify the words you didn´t understand in step 1, and to understand their meaning. 

Step 3: Enjoy the story with the slow audio and then challenge yourself listening to this story at normal and fast speeds.


Lento

 

Normal

 
 

Rápido

 


El abuelo solía sentarse en su silla mecedora junto al fuego de la chimenea y cuando quería contarnos una historia empezaba a carraspear su garganta. Urmm urmm empezaba y con esto sonido todos los nietos nos sentábamos a su alrededor.

Él siempre tenía una historia que contar tenía historias fantásticas de animales, reyes, duendes, espantos, príncipes y princesas, y todo tipo de cosas históricas…   hoy viene a mi mente la historia de los cocineros del rey.

La historia más o menos comienza así: un viejo rey portugués tenía cuatro cocineros que le preparaban los más exquisitos platillos, para que este los disfrutara.

Los platillos iban desde sabrosas codornices, patos, cerdos, encurtidos y conservas hasta helados y dulces de miles de sabores de todos los rincones de la tierra, sin embargo, para el rey nunca era suficiente ya que él siempre quería probar nuevas recetas, nuevos postres y hacia llevar a un escribano los menús que le habían servido cada día, incluso si él no los había probado para que los cocineros no los repitieran.

Para empeorar las cosas este era un rey muy temperamental y no era muy dado a perdonar las faltas de sus súbditos, por lo que los castigos solían ser muy severos.

Los cuatro cocineros eran Joao, Stefano, Valente y Vasco. Joao era un bonachón con algo de sobrepeso pero experto en la comida portuguesa, Stefano era un poco gruñón y su bigote lo hacía ver malhumorado, su especialidad eran los mariscos, peces y vinos (en especial le gustaba tomarse el vino), Valente era alto y muy instruido, él había trabajado en Francia y se jactaba de haberle servido al mismísimo rey francés, y Vasco había viajado hasta la lejana China, pasando por África y la India donde había aprendido a preparar y utilizar las especias como ningún europeo sabía hacerlo.

Un día le llegaron noticias al rey de que uno de sus barcos con un cargamento de valiosas especias se había hundido frente a las costas africanas, así que monarca malhumorado llamó a sus cocineros y les pidió un platillo que le ayudara a pasar este trago amargo; los cocineros se miraron incrédulos ante semejante petición y cada uno procedió a preparar un platillo especial pero como era de esperase ninguno lo satisfizo y el rey entro en colera.

Su enojo con los cocineros era tal que ordenó que encarcelaran a los cuatro en las mazmorras del castillo para que, según dijo él, experimentaran lo que el rey sentía cada vez que ellos le servían un platillo. La verdad es que la comida de las mazmorras no era ni lejanamente parecida a los manjares del rey, ya que solo consistía en un poco de avena hervida y un poco de agua.

Además, el rey ordeno que si estos no habían muerto en el plazo de dos meses se ejecutara a los prisioneros. La primera semana fue terrible para todos, solo recibían un platillo austero de avena durante todo el día y el encierro en las malolientes mazmorras los hacia vomitar. Al finalizar el mes, todos habían perdido más o menos la mitad de su peso y su ilusión de ser perdonados.

Una noche Joao que estaba hastiado de la avena, empezó a decirle a sus compañeros cuanto disfrutaría comer una carne de porco alentejada con trufas negras; los demás cocineros quedaron asombrados porque jamás habían escuchado de aquella combinación así, que le pidieron a Joao que explicara su preparación, y mientras Joao lo hacía, cada uno iba imaginando cada ingrediente, iban sintiendo cada aroma y saboreando en su mente cada deliciosa parte del platillo, cuando Joao termino de explicar todos se sentían extrañamente saciados, sus estómagos estaban llenos pero no por la escasa avena que recibían.

 

El siguiente día Vasco sorprendió a sus compañeros de infortunio con la preparación del matoke y otra vez volvió a ocurrir que mientras explicaba en qué consistía su preparación todos iban experimentando su olor, su sabor, incluso sentían que lo estaban comiendo, sentían el dulce sabor de la papilla de plátano maduro y el aroma de la carne de ternera, y que decir de su delicioso guiso, todo era exquisito, digno de una cena de reyes.

Stefano quiso brindarles a sus amigos un banquete inolvidable, así que se decidió por un bacalao frito bañado en anís, canela y nuez moscada como se acostumbra en Portugal, pero él tuvo la gentileza de agregar varias botellas del mejor vino que había probado un Sauternes cosecha de 1508.

Al otro día, los guardias encontraron a Stefano perdido de la borrachera, al parecer se había tomado unas botellas de vino adicionales, además, había vomitado algo parecido al bacalao frito. Los guardias no entendían que pasaba, además, los cocineros ya no comían la avena que les traían y para colmo se veían más gordos que cuando entraron a las mazmorras.

Así continuaron los cuatro cocineros durante cada noche hasta que llego su última noche antes de ser ejecutados. Entonces Valente viendo que se avecinaba su muerte inminente, invitó a sus amigos a deleitarse con la preparación del platillo Le foie gras, además, dejó que Stefano eligiera el vino para acompañar su última cena, y el sugirió un Saint-Julien de la cosecha de 1512, no quería nada pretensioso.

El día de la ejecución llegó y el rey cumplió su palabra y los ejecutó, nadie jamás había visto unos prisioneros tan gordos, nadie podía dar crédito a que ellos hubieran estado dos meses en las mazmorras del castillo, además, todos tenían ese caracterismo tufillo de cuando se bebido licor.

El rey pidió que se hiciera una revisión exhaustiva de las mazmorras para ver por donde habían estado recibiendo la comida y el vino, pero los guardias solo hallaron una inscripción en la mazmorra de Valente que decía “la imaginación es poder”

 


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